José Rubert Tomás

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José Rubert Tomás (Madrid, 7 de enero de 1917 – Alicante, 1 de febrero de 1944), fue piloto de caza republicano entre 1937 y 1939 durante la Guerra Civil Española, ascendido a teniente en marzo de 1938, integrante de la 3ª escuadrilla de cazas del grupo 26. Anteriormente al estallido de la guerra y durante los primeros meses de la misma trabajó como secretario y escolta de Dolores Ibárruri.

Biografía

Nació en el barrio de Canillas (Madrid), en el seno de una familia obrera del sector industrial, siendo el mediano de tres hermanos. Contaba con 16 años de edad cuando quedó huérfano de madre, y también por entonces se afilió al partido comunista.
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Fue detenido en 1934 por repartir unos pasquines comunistas en la boca del metro de Las Ventas, incitando a la huelga general y manifestándose en defensa del proletariado austriaco, acusado de delitos contra la forma de Gobierno. Resultó absuelto por la Ley de Amnistía. A comienzos de 1936 se vio envuelto en un tiroteo callejero entre comunistas y falangistas, mientras repartía la revista «Mundo Obrero» con un compañero, resultando herido de bala y siendo detenido por las fuerzas del orden, acusado de portar arma sin licencia. Nuevamente resultó amnistiado.

Accedió a un cargo de secretario y escolta de Dolores Ibárruri, permaneciendo a su lado durante el levantamiento militar y hasta diciembre de 1936. En los últimos meses de este año se alistó en las fuerzas aéreas y se presentó a una selección para la formación de pilotos de avión. Tras superar las pruebas, partió de España con destino a Kirovabad -actualmente Ganyá (Azerbaiyán)- en el buque Ciudad de Cádiz junto con otros 191 aspirantes. Fue esta la primera promoción de las cuatro que allí se formaron durante la guerra civil. Tras cuatro meses de entrenamiento intensivo, regresó a España como piloto de caza y fue destinado a la Ofensiva del Norte con la 3ª escuadrilla de «Chatos» del grupo 26, pilotando el avión ruso Polikarpov I-15 con numeración CC-015.
Pilotos Asturias
Fue nombrado sargento (Diario Oficial del Ministerio de Defensa del 4 de agosto de 1937). Tras la pérdida republicana del Norte, su escuadrilla fue destinada allá por octubre a la Batalla de Teruel, donde se libraron encarnizados y cada vez más frecuentes enfrentamientos aéreos. El día 30 de diciembre fue derribado, y malherido de bala consiguió un aterrizaje forzoso, siendo hospitalizado durante dos meses. [La fotografía adjunta la envía a su amigo José Baldero en recuerdo de los tiempos de hospital].br>02.t59afd60f.m800.xQlOjOdUq2
Tras la recuperación regresó a su escuadrilla, siendo nombrado teniente 2º jefe (Diario Oficial del Ministerio de Defensa del 11 de marzo de 1938) y participó en la Ofensiva del Levante hasta el fin de la guerra.Ejerció temporalmente el cargo de presidente de la U.G.T. en Alicante. El día 30 de marzo de 1939, parte de la 3ª escuadrilla despegó del aeródromo de La Señera (Valencia) para reunirse con el resto, rumbo a Orán, con la intención de huir de España ante la evidente derrota republicana, pero algunos pilotos -entre los que él se encontraba- fueron detenidos y encerrados en el Castillo al aterrizar en Alicante. La misma noche del encierro consiguieron fugarse varios de ellos (desconocido el modo de momento), llegando hasta Valencia.El resto de fugados fueron detenidos en Valencia, pero José buscó refugio personalmente en la casa de su padre, donde también se alojaba su único hermano vivo. Allí permaneció escondido por diferentes sótanos de amigos hasta que le consiguieron una identidad falsa bajo el nombre de Francisco López Pinar. A finales del año 1941 se alistaron él y su hermano en la Legión, con la intención de pasar desde Melilla al Marruecos francés robando un avión del ejército.

Sus planes se truncaron al separarse siendo José destinado a Cádiz en los primeros meses del año 1942. Pasados unos meses consiguió contactar con una embajada (sin determinar) que le facilitó un bote y una brújula para ser recogido en alta mar y huir de España, pero un chivatazo desveló su verdadera identidad y fue encerrado en el calabozo, fugándose en esa misma noche (desconocido el modo de momento). Campo a través consiguió llegar hasta Málaga, donde trabajó durante varios meses en el Mercado de Abastos como mozo de carga.

Regresó después a Godella (Valencia) con su padre y hermano, adoptando otra identidad falsa bajo el nombre de José Medina Miralles. Transcurridos unos meses, un compañero piloto, Elías Hernández Camisón, le consiguió trabajo de albañil en Rabasa (Alicante) a través de un amigo. Tras varios meses en la obra, el 25 de enero de 1944 ingresó en el Hospital Provincial de Alicante afectado de una grave enfermedad: «paratifus A», según consta en los archivos del hospital, y falleció el día 1 de febrero de 1944, siendo enterrado en una fosa común del Cementerio de Alicante con el nombre falso mencionado.

LA FERIA -Recuerdos de una primavera-

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Se notaba en el aire que respirábamos.
Se notaba en los días soleados.
Se notaba en las noches ya no frías sino frescas.

Se acercaba la primavera y con ella la pólvora a punto de explotar por doquier. La pólvora que en aquellos tiempos llenaba -cada sábado y domingo- la plaza del Caudillo en Valencia, así llamada por entonces.

Cada barrio era como un pequeño pueblo donde nos conocíamos todos los vecinos. Algunos solares abandonados estaban ocupados por atracciones ambulantes: noria, látigo, tiro al blanco, el tren de la bruja, algodones de azúcar… en definitiva, fantasía para los niños.

Yo tenía once años y me hallaba disfrutando de todo ese ambiente -tan diferente del habitual- que inundaba las calles de magia, luces de colores y sonidos. Bandas de música desfilando con rimbombantes tonadillas falleras, carteles, ferias, montañas de arena, petardos… Y esta semana no teníamos colegio.

  • Mamá… ¿Por qué traen arena a la plaza? ¿Cómo se fabrican los ninots? ¿Cuánto pagas a las dependientas?

Su respuesta fue imperativa:

  • Toma un duro y vete a la feria, ¡anda!

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¡Qué alegría! La feria se encuentra a solo dos manzanas de casa. Un duro es… son ¡cinco posibilidades para ser feliz!

Esta vez serían solamente cuatro.

El señor mayor que siempre me saluda sonriente -como todos los años- me devuelve cuatro pesetas, me acerca una carabina y tres balines de plomo. Tras romper los tres palillos elijo el chupito de vermut. Me resulta casi imposible fallar. Antes del chupito, por supuesto.

Así que dispongo de cuatro pesetas y una placentera sensación de bienestar.

El látigo me gusta mucho; sobre todo cuando llegas a la curva y el coche parece acelerar y empujarte con fuerza hacia fuera, presionando tu cuerpo contra el respaldo.

Sigo caminando. Me llama una señora mayor, asomando el busto desde el interior de una colorida cabina de madera. Luce una exótica vestimenta. Justo encima de su presencia puedo leer un cartel con grandes letras:

Escheherezade la Adivina
     Conoce tu futuro
      2 pesetas

 – Hola, chico… puedo decirte lo que pasará en tu vida ¿no quieres saber lo que serás de mayor?

Camino unos pasos empujado por la curiosidad. Lo encuentro una atractiva oferta. Puede contarme la vida que me espera por dos módicas pesetas. Miro alrededor. No somos muchos niños en esta tarde laborable de marzo.- Déjame leer tu mano izquierda.

La sujeta con la palma hacia arriba y se concentra en las líneas durante algunos segundos. Después clava sus ojos fijamente en mis ojos. Su expresión se torna tierna y amorosa.

  • ¡Oh… qué bonito!– hace una larga pausa.
  • Eres un niño muy bueno… Veo que… ¡Cielos! – su expresión cambia por la de sorpresa.

La mujer suelta mi mano y cierra sus ojos con semblante serio.

  • Tendrás que esperar, pero todo irá bien… Serás un buen empleado en una empresa importante. Tardarás un poco en ser realmente feliz, pero llegará. Y hay una muchacha que te está esperando. Todo irá bien; no debes tener miedo… ¿pero qué digo? Eres un chico muy valiente. Y muy guapo. Son dos pesetas.

No es caro conocer el futuro –pienso-.

La adivina me mira sonriente mientras me alejo hacia mi última aventura de esta tarde. Me queda la noria.

Entrego mi última peseta y el señor me indica que suba al coche en el que está esa niña sola. No hay más viajeros. Me siento enfrente de ella.

Hola.

Hola – responde.

Tendrá unos diez años. Es muy guapa. Me avergüenza mirarla y tampoco ella me mira. Ni una sonrisa… ni nada. Me siento cohibido. Me gusta. Sufro el miedo de que me conteste enfadada si le digo cualquier cosa.

  • «Venga, atrévete. Eres un chico valiente. Te está esperando. Lo dijo la adivina» – pienso para mis adentros.

 

El viaje ya ha terminado y quedamos parados junto a la escalinata. Es mi última oportunidad.

  • ¿Quieres que demos un paseo?
  • No – me ha contestado mientras baja de la cabina.

Quizás no fuera ella. La adivina pudo haberse equivocado.

Y ya es hora de volver a casa.

———————————————–

No volví a verla hasta treinta y seis años después. Nos encontramos de nuevo en otro vagón, viajando por internet. Viéndonos a través de la “webcam”, la llamé y le pregunté si quería cenar conmigo.

Esta vez me miró, me sonrió y contestó que sí.

Su aspecto se mostraba muy diferente. Realmente no parecía la misma chica. No estaba realmente seguro de que fuera ella. ¡Habíamos cambiado tanto!

Y sin embargo era ella.

UN COPO DE NIEVE

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Se acerca el invierno.

No es el frío sino la humedad de Valencia lo que cercena tus huesos.

Y podría ocurrirte que un fuego hiele tu vida. A mí me ocurrió.

                Volvía al trabajo cuando observé un coche atravesado en la avenida, junto a un corrillo de gente. Los demás conductores curioseaban a través de sus ventanillas. Me acerqué. Un anciano yacía en el suelo. A unos metros de mí, abrió los ojos, me clavó su mirada y después la cerró para siempre.

                Yo reflexionaba sobre la fragilidad de la vida: «Qué difícil nos resulta abandonarlo todo, y qué fácil es perderlo en unos segundos. Qué sencillo resulta permanecer como testigo del mal ajeno y qué complejo se vuelve cuando se cierne en nosotros«. Regresé a la moto y continué hacia mi destino.

                Me gustaba tomar un café antes de entrar en mi lugar de trabajo. No había más que dos personas en el bar: el camarero y un cliente en la barra. Levantó su taza hacia sus labios y me miró. Sonriendo. Me resultaba increíble su parecido físico con el anciano accidentado. Muy viejo y enjuto, con una descuidada y larga barba blanca. Le devolví la sonrisa y solicité mi café.

Comencé a inquietarme. Era él.

                Cuanto más me fijaba más seguro estaba. Y seguía mirándome sonriente. Tomé el café de un sorbo, dejé el dinero en la barra y salí preocupado del local, quizás algo asustado.

                Me sobresaltó un estrepitoso frenazo. Era un coche de la policía. Escuché gritos y vi gente corriendo junto a la puerta del banco. Después llegó un golpe brutal a mi pecho, una explosión seca y un dolor muy intenso. Las piernas me flaquearon. Las imágenes se entremezclaban borrosas mientras me desplomaba sobre el pavimento. La sangre me fluía a borbotones empapándome la ropa. No podía respirar y me invadió una terrible angustia. Sabía que estaba muriendo. No quería aceptarlo; esto no podía estar ocurriéndome. Deseaba que solo fuera una pesadilla y despertar. Las voces se fundían en un solo barullo y se alejaron convirtiéndose en un eco casi imperceptible. Al tiempo oscurecía rápidamente, mis pensamientos se disipaban en la nada y me invadió un frío inmenso.

                Acepté mi propia e inevitable muerte. Transcurridos unos segundos de los vuestros, sentí una gran paz. El anciano estaba junto a mí y me tendió su mano, nuevamente sonriente. Fue la última sensación de mi identidad. El invierno se tornó muy frío. Me convertí en una gota de agua helada diluida en el océano del Universo.

                De nuevo me fundía con el todo, en el lugar donde residía antes de mi nacimiento. De nuevo formaba parte de cada molécula; una parte de vosotros. Retornaba al Ser. Ya no existía el «yo». Era el Cosmos entero.

Un copo de nieve. Una gota helada envolviendo y protegiendo el calor de los corazones humanos.

Me ha sido concedido relatároslo. Porque ya estoy eternamente dentro de vosotros.

Ahora lo vuelvo a saber.

Autor: Wisonte

 

FELIZ AÑO 2017: HIPOCRESIA SOCIAL

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Ha terminado un año y ha comenzado otro nuevo.
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Me parece un buen momento para hacer balance. Recordar y analizar lo sucedido, y componer proyectos nuevos. Tengo los míos propios, como todos vosotros.
Me gustaría ser capaz de sintetizar lo que mi mente, al igual que hacen las vuestras, piensa y deduce, observa y analiza. Pero no podemos escribir a la misma velocidad; y si lo consiguiéramos, aparecerían varios tomos diarios. Por cierto, sin estructura, sin «seguidilla». Pensamientos desordenados, pero enlazados cada uno con el siguiente mediante una peculiar y personal asociación de ideas ¿verdad?
Así que cuando escribimos debemos centrarnos en algunos aspectos de la existencia y descartar otros muchos sobre los que también pensamos, sentimos y deducimos en un bucle infinito que enlaza todas las experiencias y sensaciones.
Y no sirve escribir cualquier cosa. Generalmente escribimos a grupos o personas concretas a sabiendas de quiénes serán nuestros lectores, y portamos el ánimo de provocar algún tipo de reflexión en ellos o contarles lo felices que somos. Otras veces escribimos sin importarnos quiénes nos leerán porque nuestra alma pide expresarse, desea plasmarse de algún modo y expandirse a cualquier rincón donde deje huella, por ínfima que sea esta huella. El espíritu se libera un poco así de aquello que le atormenta.
Y jugamos con las palabras. Componemos frases. Expresamos ideas, con mayor o menor originalidad. Las más de las veces no la hay. Es el estilo y no la idea lo interesante, pues las ideas interesantes ya están todas patentadas.
No sirve escribir cualquier cosa. Ni en cualquier sitio tampoco. Termino de echar una ojeada por las redes sociales. Básicamente buscamos compartir emociones, sentimientos, una parte de nuestra vida transmitida a otras personas. Desde la esquinita en que estamos posicionados y bajo nuestra perspectiva. Fotos y videos personales con nuestra familia o amigos, fotos hermosas o graciosas, chistes, entretenimientos, también noticias que nos encienden la rabia, personajes famosos que nos caen mal y casualmente son de otra clase social superior o así se consideran a sí mismos (en € ó $). «Fíjate qué cabrona lo que dice…», noticias, vídeos graciosos, frases para reflexionar, imágenes que demuestren lo contentos que estamos, o bien lo malo que nos ha ocurrido, dentro de las cosas no realmente importantes y que no impliquen a nadie conocido, es decir solo cosas sin mucha trascendencia, pues tampoco vamos a difundir nuestra vida íntima. La gente que lo hace cobra por ello. Y en las redes, el fenómeno sociológico más importante en muchos siglos, impera el buenismo. Perritos que dan pena o hacen gracia, gatitos curiosones, no dejes que se derrita el Polo, no a la caza de focas, colabora para evitar el sufrimiento de otras personas, vive el día con alegría, sé feliz, manifiéstate contra el maltrato y la discriminación, apadrina, lucha por defender tus derechos, y un larguísimo etcétera. Y cada día más nos parecemos a la publicidad. Cuídate la alimentación para estar sano, vigila tu cuerpo, intenta mejorarlo, haz esto, toma lo otro, piensa de este modo, siéntete eufórico y exprésalo con el mismo contento que demuestra la actriz que te habla; comprando nuestro producto alcanzarás la felicidad. Te sentirás bien.
No hace mucho vi un programa que hablaba de estadísticas. Parece ser, según el programa, que nos vemos inmersos en alguna mentira, o bien la escuchamos, unas doscientas veces diarias. Lo curioso de la estadística es que recalcaba que éramos conscientes de ello en la mayoría de ocasiones. Yo lo llamaría hipocresía asumida, y no creo que nadie nos libremos de ella, en mayor o menor medida. Comenzando por nosotros mismos, pues nos mentimos para que no le ocurra a la imagen que vemos en el espejo lo que al cuadro de Dorian Grey. Todas sabemos que el ministro miente y él también, pero lo hace porque está representando un papel que cumple las reglas de su audiencia. Preguntamos a un vecino en el ascensor: ¿cómo estás? pero lo cierto es que no nos importa mucho su vida ni lo que haga con ella.
Al fin y al cabo no queremos complicar nuestras relaciones y buscamos la empatía. Y la solemos forzar cuando no nos surge natural.
Nos satisface que nuestras palabras y nuestros actos sean aprobados por los demás y deseamos ser amados o al menos admirados. De una u otra forma decimos: ¡Ey, que estoy aquí… yo existo y soy guay! Y tenemos que jugar a hacer encajes de bolillos, ardua tarea la de ser auténticos al tiempo que buscamos ser queridos.
Ese es nuestro vivir cotidiano, batallando contra los elementos (y elementas) de una sociedad (y sociedod) que te lo pone difícil si lo que pretendes es sentirte bien y satisfecho (o satisfecha). Disgustado con el comportamiento de algunas personas y disimulando -o quizás no lo consigas- para que no se te note. También es cierto que a muchos de ellos los aprecias aunque no te guste nada cómo son en general. No es que seamos contradictorios. Y si lo somos, todo ser vivo lo es también. Yo creo exactamente que nos vemos atrapados en un juego complicado e irresoluble (de esos de «entra en el coche y ponte de pie», «cuida a tus niños y trabaja a la vez», etc.) que a veces nos hace llorar de impotencia. Si te piden por el televisor que seas solidario para que los negritos de un país lejano tengan escuela, pues eso te enternece, ataca directamente a tus sentimientos más buenistas, al ser humano que llevas dentro. Aunque en el fondo no te quiten el sueño los problemas del vecino de calle abajo. El que -¡por cierto!- te parece mala persona. Y tienes motivos para hablar mal de él. Y los contarás en tu círculo privado. Y tanto las redes sociales como los medios informativos van sumergiéndonos cada día más en el buenismo, con toda la hipocresía que este postureo necesita. Y el odio camuflado se va filtrando por los poros de tu piel, canalizado y concentrado en temas o personas concretas. Generalmente personas planas en color y formato 16:9, como por ejemplo el rey, o Trump. O cualquier otro de los dibujos animados (¡Ya disponibles en 3D!) que ves desde el sofá. Y quizás ya tengas asumido que el mundo se divide en personas malas y personas buenas. Cuídate. Pero no me refiero a que tomes Danacol. Cuida tu mente. La están atacando. Y pegan fuerte. Y nos pegamos. Más duro de lo que somos conscientes.

Evitemos entre todos que se destruya la capa de Ozono. No uses sprays ni coches viejos. Igual es por eso que hoy te sientes un poco abatida.

Bienvenido el 2017.

VIVAN LOS NOVIOS! HIP HIP HURRA

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QUERIDO AMIGO NACHO

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Hola, Nacho.
He rebuscado algunas de los cientos de fotos en las que salimos juntos, cientos de buenos momentos que hemos compartido durante más de cuarenta años.
Han sido tantos viajes,nacho01 tantos amigos, tantas experiencias y tantas risas que algunos ya me quedan lejanos en la memoria, pero otros vuelvo a revivirlos como si estuvieras aquí a mi lado ahora mismo.
Hemos visto juntos tantas cosas… ¡y hemos disfrutado tanto!
Recuerdo la primera vez, éramos muchachos de 15 años. Las Pascuas de 1972. Llegásteis Javier y tú en bicicleta para buscarme en Montesano. Un apretón de manos, una sonrisa. Lo recuerdo bien.
Han sido miles de días haciéndonos compañía, hablando, riendo, discutiendo, filosofando. Muchas veces con otros amigos y muchas veces solos tú y yo perdiéndonos entre montañas, en la nieve o en un monasterio, unidos como buenos amigos por el amor a la libertad y a la Naturaleza. Si, éramos muy jóvenes.
Tú te llevas una parte de mí y yo me quedo una parte de tí. No será por mucho tiempo. Desconozco el tiempo que me quede por vivir, pero me has recordado que estamos de paso en este planeta en el que ambos caímos casi a la par y del que alguna vez tenemos que marcharnos. El tiempo pasa muy deprisa.
No consigo hacerme a la idea de que ya no estás. Te seguiré viendo en «La Sala» y en las reuniones con los amigos de la Pinaeta, viajando en tu bonita vespa blanca o en mi seat 600 camino de algún precioso lugar. Ahora mismo te estoy sintiendo a mi lado, vas ganándome por esta vez la partida de ajedrez mientras debatimos sobre lo mal que está el mundo, con una cerveza en los labios mientras se nos escapa alguna mirada furtiva al trasero de esnacho08as lindas señoritas que pasan contoneándose cerca de nosotros.
Siempre me encantó tu buen humor, tu ironía y sarcasmo, aunque a veces resultabas algo burlón, si bien es verdad que en los últimos tiempos ya nunca te mostrabas así. Un corazón grande, una gran sensibilidad y unos sentimientos que te esforzabas en ocultar para dar la imagen de una fortaleza que no era la tuya. Pero con los amigos de siempre no eras así, y es que después de tantos años ya nos teníamos todos «jilaos». Podíamos hablar de todo, tocábamos todos los temas porque los dos disponemos de una amplia cultura general y un espíritu crítico inteligente. También hemos compartido muchas juergas. Siento casi como si nos hubiéramos criado juntos. Y así ha sido durante más de cuarenta años. Es mucho tiempo. Pero el tiempo se va, se desvanece y nosotros también con él.
No voy a decir «allá donde estés» por que ya no estás. No entraré en retóricas ni fantasías religiosas sobre la eternidad de las identidades humanas. Pero has existido y por consiguiente existimos y existiremos siempre en el registro histórico del Universo. Formamos parte de él y eso será siempre así por los siglos de los siglos. No existe goma de borrar que pueda impedir lo que ya ha sucedido.
Ha sido muy grato compartir contigo tantos momentos buenos, haber tenido la oportunidad de apreciarnos, aceptarnos, comprendernos y aprender el uno del otro. Gracias por todo eso. Tú me quieres mucho y yo también a tí. Lo sé.
¡cuántas buenas comilonas nos hemos metido entre pecho y espalda! Por cierto, el próximo día 14 haremos una paellita en tu honor y no puedes faltar. Habrá una silla para tí.
Te quiero, Nacho. Nachete, mi amigo para siempre.
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FELIPE VI EL PREPARADO

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Asistimos estos días a un gran acontecimiento para España. Son esas cosas que ocurren y quedan apuntadas en los libros de historia: un rey abdica y su hijo sube al trono. Nuestra historia -la de España- está plagada de sucesos que ocurren mientras los ciudadanos asistimos al circo de protocolos y ceremonias.
Me cambian al jefe de Estado y me retransmiten en directo cada instante del gran evento. Tendré que acatar los designios democráticos que nos trajeron hasta aquí. Después de una vida entera de acatamiento, soy capaz de acatar casi todo lo democráticamente impuesto por los democráticos impositores de siempre.  Más de lo mismo. Al fin y al cabo es la legalidad vigente. La legalidad que mis representantes elaboran concienzudamente.

Que no se suelte.
Que no se suelte.

Debo sentirme bien, pues comienza una nueva etapa para mi amado país y el nuevo rey está muy preparado. Toda la maquinaria del Estado se ha puesto en marcha para que el cambiazo resulte muy hermoso y convincente. Los altavoces ya llevan más de dos semanas explicándome lo legal y coherente que es todo este proceso; asegurándome que será todo una gran fiesta y que es lo que más nos conviene a todos. No me va a doler nada.  Con tanta vaselina -que hasta la respiro en el aire- «al final nos va a gustar y todo; ya veremos que no es tan mala la cosa». Así me relajan entreveladamente. Me debería sentir orgulloso de tener un nuevo rey. Pero no me ocurre ¿quizá pretenden que me sienta marginado por no participar de la verbena?
Me cuentan que se nos retira un rey ejemplar -‘el campechano’, sacrificado durante 39 años al servicio de España- y llega otro entrenado desde niño para ejercer la jefatura del Estado.
Confiemos en que a éste no se le dispare ningún arma por accidente, como ya parece borbónica costumbre familiar. Por eso van a entrenarse con elefantes, mejor que con personas.
«El proceso de abdicación está siendo ejemplar» -me dice Rajoy, y nos puntualiza que en el Congreso se votaba la abdicación de Juan Carlos y no la forma de Estado. Y al día siguiente coronan al sucesor. Son cosas que ocurren. Esto no tiene nada que ver con la forma de Estado. Si lo pensábamos es que pretenciosamente desviamos el tema. Así que no ha lugar a la protesta.
La televisión me explica que esta abdicación que desemboca en la sucesión de la corona la hemos aprobado el 85% de los españoles a través de nuestros representantes. Y si este dato no me satisfaciera, dispongo de muchas encuestas que demuestran que a la mayoría de los españoles nos gusta la monarquía y por lo tanto sobran los referéndums, que además son caros. Total somos cuatro gatos los que queremos República. Y para no parecer demasiado radicales manifestamos que nos basta con un referéndum, cosa que no piden los monárquicos ni falta que les hace. Nos ponen nuevo rey y… ¿cuál es el problema? Podríamos probar a pedirles permiso para hacer un referéndum en el que se vote si se permite hacer un referéndum sobre el modelo de Estado. Pero que no sea vinculante.
Me ofrecen un resumen de la vida del monarca que se va, y me resumen también la vida del monarca que llega. No solo el proceso de sucesión es ejemplar, también sus vidas son ejemplares sin duda alguna. Lo he visto por la tele. Y también he visto gente entrevistada muy contenta y emocionada.
El PSOE tiene hondas raíces republicanas, pero apoya la monarquía. Dicen que es por el bien de España. Al igual que por mi bien, cuando era niño me robaron la bicicleta en el colegio y así aprendí a perder. «Las monarquías dan mucha estabilidad» me confirman desde ese partido. Es innegable que el PSOE es republicano y así debe quedar apuntado en los libros por si alguien lo dudara o no lo entiende.
En cuestiones de seguridad no hay de qué preocuparse. Tendremos grandes efectivos militares desplegados. Ciento veinte francotiradores listos para disparar desde las azoteas. Siete mil policías en tierra. Perros adiestrados. Nivel tres de alerta antiterrorista. Da un poco de miedo. Yo no me atrevería a acudir para pedir la tercera república pues van muy armados. Mejor esperaremos otro momento para solicitarla. Su majestad no está para mandonguillas ahora. Los súbditos del nuevo rey ya tendremos mejor ocasión para protestar.

Nuestros padres y abuelos perdieron su vida por defender la República, la que fue entonces la legalidad vigente. Quizá nos transmitieron un mensaje. El precio fue demasiado alto, y total para nada, solo muerte, hambre y sufrimiento. Y lobotomía para los supervivientes. Lobotomía psíquica, la del terror, el miedo a pensar o actuar diferente al modelo del régimen. Ni siquiera la Historia ha respetado demasiado aquel episodio tan terrible de un país entero. Si somos pacíficos y aceptamos la Monarquía sin rechistar nos ahorraremos los terribles males que conlleva una república y evitaremos que los supervivientes tengan que padecer o vivir en el exilio. Me dicen que las repúblicas son malas porque siempre llega algún militar armado hasta los dientes y las jode. Digo yo que el malo será el que las jode y no las Repúblicas. Continúan despreciando a aquellos perdedores que defendieron la segunda República. Y mientras, celebran sus coronaciones y festejos monárquicos a una sola banda. 

El nuevo rey está muy preparado. Lo llevará en los genes seguramente. Como somos un país democrático, habrá que gritar ¡Viva el Rey! en la calle, o bien presentar una reclamación por escrito compulsado en la oficina pertinente acompañado de algunas firmas. Es la fórmula que establece la legalidad vigente para los disidentes del régimen. Seguramente yo también heredé los genes de mi padre. Seguramente llevo en la sangre la derrota porque soy hijo de perdedor.

Lo único que puedo aseguraros es que nuestros hijos verán la III república. Y vosotros también sabéis que la verán. Faltan algunos años. Ellos no portan nuestros miedos y prejuicios. Y hasta que llegue el momento… ¡viva Felipe VI el Preparado! ¿Será querido por nosotros sus súbditos? Espero que sí, por algo le hemos elegido, por su gran preparación y cualidades. Y no por ser hijo de papá como algunos malpensados creerían.

…Y sin embargo, un amigo me ha dicho que tiene un primo que conoce a alguien que asistió a la coronación, y no había casi nadie…

DECENAS DE AÑOS FOLLANDOSE AL PUEBLO LLANO

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La mayoría piensa que ganó Valenciano. Otros piensan que Cañete defendió con dignidad los ‘supuestos logros’ de su partido, supuestos únicamente por ellos claro está. Y otra minoría sabemos que ganaron los dos -los dos partidos- y nuevamente perdimos los ciudadanos. Por que un debate televisado no es un partido de tenis. Es un ‘reality show’ (con menor audiencia que los de Tele5 y Antena3) que en este caso obtuvo una cuota de pantalla del nueve por ciento. Yo fui uno de esos nueve, pero solo a ratos pues el discurso de ambos era infumable. Vi un Cañete y una Valenciano ambos dos aburriéndonos con su hueco discurso de grandes logros y repitiendo hasta la saciedad lo mal que lo hace siempre el otro partido. Deseaba confirmar lo que dicen las encuestas. Y las encuestas nos dicen que los españoles estamos hasta los güebos de la clase política; confirmar que sus palabras son palabras vacías, que hablan sin nada decir y piensan sin idea nueva aportar. Escuchando todo el tiempo la misma cantinela.
Dos partidos que asisten a su propia decadencia y ni saben cómo renovarse, ni quieren ni pueden. Uno, heredero del fascismo español y ahora convertido en un nido de ladrones que manifiestan una muy mala educación de pago y representan el fracaso escolar de la dictadura. Y el otro heredero del antiguo marxismo socialista y ahora convertido en la más hipócrita burguesía. Que dicen ser de izquierdas cuando están en la oposición y decretan políticas de derechas cuando gobiernan, manteniendo intocables las oligarquías de privilegios y privilegiados, el sistema clásico de explotación a la clase trabajadora por las familias mangantes de siempre y dueñas de todo.
valenciano cañeteY nos quieren hacer creer que el PP-PSOE son los únicos que pueden sacar a España de la crisis y representarla ante Europa. Una crisis aguda del sistema de la que son los únicos responsables, según consta para la Historia. Ya nos lo dejó bien clarito Felipe hace unos días. Dijo que podrían llegar a un pacto nacional entre PSOE y PP si el país lo necesita. Más de uno se llevará un disgusto cuando se entere de que PP y PSOE ya tienen ese pacto hecho desde que se turnan en el poder. Se turnan para seguir manteniendo un país de caciques poderosos y pardillos desgraciados al estilo de «Los santos Inocentes, «La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y alma inquieta» en que ellos son los favorecidos, a costa de los ciudadanos y de la tan temida por ellos democracia real.
Sí, amigos. Sobre todo y por encima de todo es preciso mantener en pie al «Sistema». Y al igual que al cuerpo del Cid le ocurrió después de muerto, al Sistema le han colocado un palo en la espalda para que se mantenga erguido sobre su caballo mientras los bancos desahucian a la gente, los niños pasan hambre y casi nadie encuentra trabajo. Tienen miedo al cambio. Son los mismos perros con distintos collares, son los mismos -pero con otros rostros- que temblaron de miedo cuando Franco murió: ¿y ahora que va a ocurrir, Dios mío? «No toquemos nadaaaa, dejadlo todo como está y lavad la fachada!!!». No importa si el pueblo no consigue trabajar en nada; si les roban la iniciativa para ganarse el sustento; no importa si los jóvenes perdieron su futuro y se quedan como parias en la casa paterna, no importa si los enviamos a emigrar; no importa si sobrevivir es cada vez más difícil. Nada importa… excepto mantener este podrido sistema de castas e injusticias en pie. Este sistema que da más importancia a las cifras que a las personas y convierte a los bancos en poseedores de tres millones de casas vacías y un millón de personas sin hogar y sin comida que llevarse a la boca.
Pero la mayoría de la gente queremos un cambio de modelo social. Pedimos un cambio de modelo político. Deseamos una renovación para España y una nueva Europa que termine con la creciente esclavitud del siglo XXI. Queremos una Europa que no solo venga aquí a tomar el sol y mucha cerveza servidos por amables camareros de temporada que cobran poco y que llevan bajo el sobaco su título de doctorado en Ciencias Físicas.

 

Carta al juez Baltasar Garzón

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Estimado Sr. Garzón:

No podríamos entender la actual situación de corrupción generalizada y la escandalosa ausencia de renuncias o dimisiones si no nos remontamos a la época de nuestra niñez, pues tenemos la misma edad y ambos hemos sido educados en el nacionalcatolicismo fascista de pensamiento único que imperaba en España, en el «Imperio español» valga la redundancia. Hemos vivido y crecido en esa época en la que veíamos los NO-DO todas las semanas, y la piernas de nuestros padres temblaban ante cualquier encuentro con la Guardia Civil, agachando la cabeza humillantemente ante toda persona con uniforme -o autoridad pública- y jurando los Principios del Movimiento Nacional para cualquier desempeño social. Esa época en la que los españoles, callando y acatando, lucharon por darnos una vida mejor a nosotros sus hijos. Crecimos reprimidos bajo el yugo del fascismo triunfador. Henchidos de miedo al sexo, miedo al pensamiento libre, a la expresión, al comportamiento natural, a los profesores, a los mayores, al uniforme, al señor de corbata… con las correspondientes secuelas psíquicas y tantas y tantas lastras que cada cual ha debido superar o asumir en su madurez. Fascismo es miedo, miedo a ser diferente, a salir del patrón impuesto en el inconsciente colectivo, miedo a pensar y actuar en contra de lo impuesto como correcto. El fascismo español disponía de unos principios bien establecidos: se demonizaba la República (a pesar de ser la forma de estado natural de nuestros países vecinos) y el comunismo, incluso el socialismo y cualquier otra ideología de pensamiento. Se demonizaba la libertad de pensamiento y de acción, el derecho de expresión. La censura era muy activa para evitar que nadie «se saliera del tiesto». Se obligaba a entrenarse como militar -durante un período de la vida- a todos los jóvenes españoles. En definitiva se controlaba e idiotizaba al pueblo español para formar con ellos una legión disciplinada completamente obediente para servir al Estado. No puedo menos que recordar aquellos tiempos cada vez que releo la novela 1984 de G.Orwell.

No es casual todo lo que ahora está ocurriendo. Fueron los fascistas los que «permitieron la llegada de nuestra singular democracia» en esa pantomima llamada Transición. Simulacro del advenimiento de las libertades, legalizando el socialismo y el comunismo con unas claúsulas muy concretas, una «letra pequeña» llena de cesiones contra la libertad, cesiones muy concretas: Debíamos aceptar que seríamos Monarquía porque así lo dispuso Franco quedando constancia en el artículo primero punto tres de la Constitución, constitución redactada en primera persona por el mismísimo Rey. Debíamos aceptar que jamás se exigirían cuentas ni responsabilidades penales a las jerarquías del fascismo. Debíamos aceptar que la Constitución sería solamente una declaración de intenciones y nada más. Como dato anecdótico, contaré que casi cuarenta años después, todavía niegan en mi pueblo la inscripción en el registro a los hijos de madres solteras, vulnerando el artículo 14. No es preciso comentarle a usted, reconocido como uno de los mejores magistrados del mundo, la sistemática violación de multitud de artículos, por ejemplo los nº 39, 41, 44, 47… dejando indefensa y abandonada a su suerte a la población española más desfavorecida con la complicidad del gobierno de turno, al que le bastaba con desmentir o camuflar cualquier incumplimiento y zanjar así los problemas sociales, prestando más atención a sus propios intereses que a los de la ciudadanía. El PSOE renunció a sus principios socialistas en el Congreso de 1979. Eso era parte del precio. Debíamos aceptar que los perdedores de la guerra siempre serían los «perdedores sin dignidad». Y debíamos aceptar, sobre todo, que seguiría siendo éste un país de oligarquías intocables, oligarquías que siempre escaparían de la Justicia mediante trampas, estrategias, corruptelas y leyes varias, como la del indulto de último recurso, sin necesidad de explicaciones, en manos del Gobierno de turno.

¿Qué esperamos pues? Usted mismo representó un grave problema para esta España de oscurantismo y fue apartado sin contemplaciones por sus propios compañeros. Usted lo sabe como yo, y nada nuevo he podido aportarle con esta carta. Sin embargo, sentía la necesidad de escribirle, y lo he hecho. Quizá todos juntos podamos con nuestro esfuerzo dar paso a una España muy diferente, crear esa España con la que muchos como usted y yo soñamos desde niños.

TIEMPOS MODERNOS

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Tanto PC y tanto aparatito de comunicaciones… Lo único que estamos consiguiendo es una nueva generación de personas de mente dispersa, incapaz de concentrarse con intensidad ni tiempo en las cosas verdaderamente importantes. Menos mal que los más perspicaces utilizan esos medios en la justa medida para el desarrollo integral de sus capacidades y conocimiento. Ni de niño hubiera soñado yo con enchufar un libro a la corriente y que dentro tuviera todos los libros y todo el conocimiento del mundo. Es realmente maravilloso. Solo nos falta averiguar lo que deseamos para nuestra vida y si vamos bien encaminados, organizarnos correctamente el tiempo para no ser atropellados en una calle mientras escribimos por whatsapp, hacer menos cosas y con más intensidad, con más concentración. De nada nos sirve aprovechar un viaje de vacaciones para echar un vistazo por encima de 10 países y no profundizar en sus bellezas recónditas ni en sus habitantes y su cultura. Más nos valdría inmersionarnos en un pequeño pueblo de un pequeño país y convivir con sus gentes todos los días de las vacaciones. Vivimos en la cultura de la distracción, de la banalidad, de querer saber de todo un poco sin profundizar en nada… en tan solo una hora hemos chateado con 10 personas, al tiempo que hacíamos la compra y hemos consultado las noticias. Se está perdiendo el antiguo método de dedicar unos meses a aprender guitarra y otros tantos a un taller de ebanistería. No es bueno dedicar cada día 3 minutos a ver webs de ebanistería y 3 minutos para ver videoclips de guitarra en youtube. Nos llegamos a creer que sabemos de todo y no llegamos a hacer realmente de nada. Nos decantamos por lo virtual. No sé si me explico…
Vivimos en la «era de la distracción». Hemos perdido hasta la capacidad de observar atentamente a quien nos hable, sus gestos, sus intenciones y su historia. Hablamos deprisa, escuchamos poco, lo hacemos todo deprisa, y la realidad queda lejos, cada vez más lejos para nuestro verdadero ser, mientras que el cerebro se sume en sus angustias y ensoñaciones mentales, en sus grandes preocupaciones, en encerrarse en su propio ego y filtrar tanto el mundo del exterior, recibido con apatía, que al final solo nos llega edulcorado, magnificado o desprovisto de su esencia. Y cuando van pasando los años y echamos la vista atrás, nos preguntamos cuántas veces hemos preferido ignorar la existencia que bulle a nuestro alrededor con casi total indiferencia, ensimismados en nuestros problemas cotidianos intrascendentes y banales, sumidos en nuestro malestar habitual.
No es opinión mía sino observancia de la Psicología «los efectos perniciosos de la dispersión mental». La sabiduría ancestral te lo responde: «Quien mucho abarca poco aprieta». No se puede expresar más claro.
Te equivocas si opinas que vivimos en una época que no tiene precedentes en el bienestar, y el avance sigue. Aciertas si además te percatas de la situación adversa en la que nos vemos la mayoría de los mortales aún resultando ser los cómodos privilegiados, gobernados por un  capitalismo despiadado que está destruyendo la madre Tierra. Seguramente seremos eliminados al igual que un virus, víctimas de nuestras propias fechorías. Es cierto que vivimos en unas épocas donde el Conocimiento puede llegar a una gran masa, pero esta sociedad… o se organiza un poco más o caminamos a la autodestrucción. Es una época maravillosa para los que estamos sedientos de saber, para curar enfermedades y prolongar la vida. Para los que es muy mala es para esos otros dos tercios que no pueden disfrutarlo (algunos mueren de hambre con un móvil en la mano) o la mayoría de ese tercio privilegiado que andamos despistados en una sociedad hostil que no nos ofrece demasiada empatía ni facilidades para llevar una vida digna y feliz.
Bueno, si la discusión es ¿la humanidad vivimos mejor ahora o en tiempos pasados? Pues la respuesta puede resultar ambigua según demos más importancia a unos aspectos u otros. Acepto los avances y la protección que nos ofrece la sociedad, y desde luego nunca los cerebros pudieron acceder a tanta información y comodidades. Pero, como consecuencia de ello, sufrimos tanta dispersión que nos conduce sin duda a la inconsciencia.
La pregunta es… si no hemos llegado a tal punto de tecnificación que estamos olvidando la tranquilidad de una vida sencilla, si no hemos llegado a un extremo de sobresaturación de información que nuestra mente ya es incapaz de digerir si no es tratándolo todo banalmente con prisas y sin dedicarle demasiado esfuerzo ni tiempo. La pregunta es si en nuestra vida hacemos lo que deseamos hacer, si trabajamos en lo que nos gusta y si somos libres, y si cuando salimos a la calle encontramos un mundo maravilloso en que todos nos facilitan las cosas, o más bien nos las complicamos unos a otros con trabas que nos impone el sistema, viviendo sumidos o atrapados en una desazón que hace perder el camino a la felicidad personal y a la capacidad de empatizar con nuestros semejantes… o quizá sea mejor alejarse si vemos un mendigo muriendo en una esquina, para no meternos en líos.
Trabajo de programador informático, soy amante de la tecnología, y sobre todo soy humanista. La lógica informática es mi guía para resolver los problemas de nuestra esencia y nuestro comportamiento. Y creo que la informática está haciendo mucho para encontrar las certezas y los correctos procesos de pensamiento que pueden conseguir que no todo valga y que abandonemos esa tradición de nuestra cultura a tener que pensar lo menos posible, simpatizando con alguna religión que nos diga lo que debemos creer y dar por válido sin saberlo, o a concluir los razonamientos alegando que todo es relativo o aceptando como buenos los razonamientos de otros, como muchas veces ocurría y sigue ocurriendo en mentes confusas. Eso de «Aceptar» o «Cancelar» ha sido «un gran invento de Bill Gates» para mantenernos alerta y razonar de un modo más estructurado y adecuado, para el que lo desee. En programación no podemos optar por los métodos demagógicos de los políticos, sencillamente porque si no hacemos el modelo de pensamiento bien estructurado con lógica o los programas no funcionan. Así de drástico. No todo vale ni todo es discutible como ocurre en Política. La tecnología y el uso adecuado del intelecto es lo que nos conduce cada vez más lejos en los avances y también nos resulta útil para comprender cómo funcionan las cosas, y también para saber cómo funcionamos los que no somos cosas, es decir, personas, animales y plantas.
Los poblados primitivos ni siquiera podían soñar con darle a una palanca en la choza y ver el agua brotando a chorros. Hemos mejorado notablemente nuestra calidad de vida a lo largo de los siglos. El mundo entero está plagado de injusticias, vivimos en la parte privilegiada y esta parte es un puto desastre. Estamos destrozando el planeta. El Capitalismo da más importancia al beneficio de las empresas que a las personas. La gente nos hacinamos en las capitales por comodidad, para tener cerca «de todo», y en la mayoría de ocasiones sin poder acceder a nada excepto a lo básico y algunos pequeños caprichos como el móvil o el coche. En otra gran mayoría de ocasiones, tan asqueados y adormilados que no encontramos nunca ganas de ir a museos, exposiciones, ver obras de teatro o apuntarnos a un grupo de música. Trabajando -si tenemos suerte- en un puesto precario de mierda que no nos gusta o es muy tedioso y que nos pagan mal mientras las grandes empresas disponen cada vez de menos trabajadores para obtener mayor beneficio, manteniendo en muchas ocasiones una relación apática o tensa con nuestra pareja en un modelo familiar caduco criando unos niños que solo nos causan problemas y gasto; saliendo cada día a la calle para ser ninguneados por un tipo de una ventanilla, pasando riesgos de ser atropellados o sufrir un accidente con nuestro vehículo, asediados a través del móvil, por email, correo ordinario y mientras andamos, por la publicidad; rodeados de multas, malas caras, impedimentos, duro asfalto gris siempre en obras lleno de trampas, humos de coches y mucho ruido, colmenas-habitáculos donde nos encerramos después de recoger unos correos muy desagradables sobre pagos y amenazas, para olvidarnos de todo nuestro malestar navegando unas horas entre el PC, el movil y la tele, esa tele que nos enseña lo mal que está todo, mientras esperamos quizá una orden de embargo. Una vida de mierda llena de insatisfacciones y angustias… ¿Es esta la maravillosa época de grandes avances que estamos viviendo los más privilegiados?

Recuerdo aquel pasaje de «El Principito» donde un vendedor ofrecía pastillas para calmar la sed, con el consiguiente ahorro de una hora de tiempo que supone cada día tener que ingerir líquidos. Era un gran avance farmaceútico en aras del progreso. Y el Principito le respondía: Pues si yo dispusiera de una hora más al día, la emplearía en caminar tranquilamente hacia una fuente».

UNA PUTA Y SECA PEPITA DE TOMATE

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Como observador del mundo que me rodea, nunca dejo de asombrarme del milagro de la vida, algo que la Ciencia todavía parece estar muy lejos de descubrir. Una puta y minúscula pepita seca de tomate tiene más inteligencia que una convención mundial de genios. Y la prueba está en que esa semilla sabe cómo transformar la tierra, el aire y el agua en sofisticadas plantas maravillosas. La convención de genios no tiene ni idea de cómo comenzar si no cuenta con la pepita; a lo más que llega es a interferir en ese proceso y modificarlo, pero no sabe comenzarlo y la ínfima pepita seca de tomate sí lo sabe. Puede que todo nuestro orgullo, presunción y vanidad, por ser la más evolucionada creación de la Naturaleza, no sea más que un modo de disimular nuestra ignorancia, pues ni siquiera sabemos porqué existimos ni cómo lo conseguimos. Lo único que sabemos es que una pepita de tomate lo sabe, que un óvulo lo sabe y que nuestro organismo dispone de toda la información necesaria para realizar una serie de funciones siguiendo un plan de actuación y las realiza. Y sin embargo nosotros no tenemos conciencia de cómo lo consigue.
12457022-un-grupo-de-edad-dejo-mas-de-semillas-de-tomateEstoy esforzándome ahora mismo en desarrollar un tercer pulmón pero algo debe estar fallando que no me crece. Desde luego, existe una inteligencia increible que es la que desarrolló los dos pulmones que ya tengo, pero conscientemente me resulta muy complicado crear un tercer pulmón. Bueno, a lo más que puedo llegar con mi voluntad es a comprar un pulmón artificial (endeudándome, claro está), pero no dispongo del control suficiente sobre mi organismo para provocar el desarrollo de otro nuevo, por mucha voluntad y deseo que le ponga.
Somos inconscientes a los procesos de la Naturaleza, no estamos a cada segundo ordenándole al corazón que lata, pero lo hace, y no tenemos ni idea de quién o qué rige el proceso. Sabemos que late, pero no se lo está ordenando nuestra conciencia ¿Quién lo hace, pues? ¿Algún ente que se encuentra escondido detrás de nuestra conciencia y actúa a espaldas de nuestro conocimiento?
Si llegamos al fondo de las cosas, si nos preguntamos, al igual que el Principito, cómo consiguen las rosas desarrollar espinas para protegerse de los corderos… pues nos quedamos sin respuestas. Para el Principito era éste un asunto muy importante. Para mí también lo es.
Coloca un libro que se llame «Cómo construir un puente» encima de una pila de ladrillos, cemento y acero. Y coloca una pepita seca de tomate en tierra con agua. Tanto el libro como la semilla contienen la información necesaria para «construir algo», y a ambos se les han proporcionado los materiales para hacerlo. Vuelve al cabo de una semana… ¿El libro ha construido algún puente? Es muy probable que no ¿Ha ocurrido algo con la semilla? Es muy probable que sí. Entonces… ¿qué los diferencia, si ambos contenían la información necesaria para realizar una transformación? Puedes entrar en una biblioteca y leerte todos los libros que encuentres, pero cuando tu mente salga de sus lecturas y reflexiones, cuando abandones la biblioteca y salgas al exterior, el mundo seguirá siendo el mismo que había antes, y tú también ¿ha cambiado algo? ¿Sabes ya cómo construir un puente, o solo está en tu mente la información sobre los pasos a seguir, la creencia de que sabes hacerlo? ¿eres más sabio que antes de leer, o simplemente has añadido páginas a un libro -tu cerebro- incapaz de construir nada por sí solo si no dispone de tus extremidades (herramientas)? ¿Quién diablos habilita a una puta y seca semilla de tomate para convertirse en una hermosa planta llena de verdes hojas y jugosos tomates rojos?

VIVIR MEJOR

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El futuro de la humanidad es la unión y el bienestar de todos los habitantes del planeta, o su autodestrucción. Del mismo modo que inventamos la rueda, la lavadora y los móviles para vivir mejor, deberemos inventar el modo de organizar la sociedad para que pueda cumplirse el sueño de «vivir mejor».

No es fácil cuando somos más de 7.000 millones de personas y es fundamental conseguir la unión de todos los pueblos. Todas estas previsiones que llegarán aunque el demonio no lo quisiera, tardarán en producirse. Nos encontramos en una andadura evolutiva que tiene muchos peligros, y caemos en ellos una y otra vez, con la diferencia de que puede ser mucho más dañino o beneficioso cuanto más comunicados y tecnificados estamos todos los pueblos del mundo. La sociedad actual tenemos que corregir nuestros vicios o caminaremos hacia la autodestrucción y la del planeta. De momento y hasta que termine de agonizar, el Capitalismo sigue campando a sus anchas, la importancia de las empresas y del dinero por encima de los valores humanos seguirá machacando a las personas. Unos entes ficticios -lo que son las empresas, personas jurídicas pero no físicas- tienen el poder sobre los ciudadanos, nuestros gobiernos e incluso sobre la vida humana, privándonos de la libertad. A todos. Sin excepciones, aunque algunos deseen ese estado para sí y para los demás.

¿Os acordáis de la película Terminator, la rebelión de las máquinas? Las máquinas creadas por los humanos les declaraban la guerra y los exterminaban. Es un caso similar. Con la diferencia de que las máquinas tienen forma física y las empresas no. Repsol, BBVA, JPMorgan Chase, Shell, Apple… es una larga lista. Estamos dominados, sometidos, esclavizados a su devenir, a su dios «el beneficio». Y pasan por encima de las personas, nos roban la libertad… la libertad de poder trabajar en lo que nos gustaría, la libertad de asamblearnos y tomar las decisiones nosotros mismos sobre lo que deseemos para nuestra vida personal y social. Ha quedado anulada nuestra capacidad de tomar decisiones gobernados por los grandes poderes económicos que son quienes deciden si encontraremos trabajo o no y lo que cobraremos por ello, y si tendremos derecho a la Sanidad o no. La maldad está en haber aceptado individualmente el sometimiento a esos entes gigantescos que no son nadie en realidad porque no existen materialmente, solo llevan nombres de empresas y someten a cada persona individualmente y por extensión (o suma de sus miembros) a toda la colectividad en su conjunto. Las personas servimos a las empresas pero las empresas no nos sirven a las personas, salvo a unos pocos. Una balanza muy desfavorable capaz de convertir un mundo rico y hermoso -en el que hay cabida para todos- en un planeta plagado de sufrimientos para la mayoría de los animales y los humanos.

Ruth y José

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Triste final para dos niños inocentes. Asesinados y calcinados en manos de su propio padre. Se montó un hilo en el facebook. Tuve que leer muchos comentarios, que dejados llevar por la misma rabia que yo siento, perdieron la razón: «Que le hagan mucho daño al asesino, que lo maten, que lo torturen, que endurezcan las penas para este tipo de asesinatos. La venganza es correcta en este caso…»
Del ser humano sabemos que es capaz de las mayores atrocidades. Como decía Gila, en las guerras puedes hincharte a matar y decirle a la policía: «Sí, he sido yo ¿pasa algo?». Y la mente de cada cual es capaz de justificarse a sí misma todas las barbaries que desee. Los pilotos que lanzaron las bombas atómicas sobre Hirosima y Nagasaki jamás se arrepintieron de cumplir órdenes y nunca tomaron conciencia de los miles y miles de niños y todas las personas cuyos cuerpos abrasaron en llamas con sus actos. Los seres humanos somos en general necios e hipócritas, y la sociedad que hemos construido no ayuda al despertar de nuestra conciencia. Apuesto a que este asesino, perturbado mental, es capaz de justificarse a sí mismo, al igual que el asesino en masa de Noruega y tantos otros.
Pensamos demasiado sobre estos crímenes intentando paliar lo que ya no tiene arreglo. No hay otra cosa que hacer que encerrar a los peligrosos para que los demás podamos vivir en paz, como siempre se hizo, es lo único práctico que nos queda. El mal está hecho y ninguna acción arreglará ya nada. Solo podemos estudiar el caso a fondo por si nos fuera de utilidad para evitar que puedan seguir existiendo personas tan crueles. Otro tema diferente es matarlo, lo cual nos convierte en asesinos y no arregla nada. También muchos se dejan llevar por el deseo de hacer sufrir al psicópata, pero desear el sufrimiento de otro ser humano es sin duda un problema que quien lo padezca debería reflexionar y corregirse, pues es lo que le ocurrió a ese canalla, desear el sufrimiento de otro ser humano.
Me gustaría creer que la reencarnación existe, y recuerdo la palabras de Gandhi cuando un hombre le dijo: «he matado un niño musulmán ¿qué puedo hacer?» y Gandhi le contestó: «Adopta un niño huérfano musulmán y edúcalo con amor en la religión musulmana». Quizá sea el único modo en que este malnacido podría enmendar su cruel acto, renaciendo y dando mucho amor, pues ya nadie podrá devolver la vida a esos niños ni evitar el sufrimiento que padecieron.
¿solo nos queda la venganza? ¿de verdad estáis seguros? Puedo comprender que la desee la madre, y puedo comprender que la deseara yo si me ocurriera, y a cualquiera. Pero una cosa es comprender a quien desee la venganza y otra muy diferente sería aplaudirla o consentirla. Insisto en que desear daño a cualquier otro ser humano es el principio de todas las guerras, y el final de nuestra condición como humanos. Yo te hago daño, tú te vengas, yo me resarzo, tú continúas, es una estupidez. Si la venganza fuera plausible, justificable, comprensible o permitida, apaga y vámonos, por que entonces ya nada tiene sentido. La madre podría matar a ese tipejo, y luego los padres de ese tipejo matar a la madre en venganza, y luego la familia de la madre matar a los abuelos, y los hermanos de los abuelos matar a la familia de la madre, y luego… ¿cuando termina la sinrazón?
no puedo contestar a la pregunta ¿qué haría yo si mataran a mi hija?. No sé la respuesta, jamás he sabido lo que haría yo si me ocurriera algo que no me ha ocurrido. Lo que sí sé es lo que he aprendido. Y he aprendido que el odio no es aprendizaje, ni el rencor tampoco, ni la venganza. En la vida pueden ocurrirte cosas muy buenas y cosas muy terribles. Es muy duro muchas veces comprender a quien te hiere a tí o a tus seres queridos, pero las cosas ocurren tal y como pasan y siempre la comprensión de lo que ocurre es más positiva que la negación o la no aceptación de la realidad. Mi madre tuvo que aceptar y asimilar el suicidio de mi hermana hace unos pocos años, y aunque es un dolor que siempre llevará con ella hasta su muerte, aprendió a ser lo más fuerte y feliz posible. Yo la admiro por eso. Si queréis saber todo lo que pienso y estoy aprendiendo sobre el odio y el amor, esta es la última frase que escribí en un artículo: «Todo ser es digno de ser amado sin importar sus ruines y equivocados actos». pero esto resume todo lo que pienso al respecto de este tema. Todo lo que pienso ahora, todo lo que he aprendido hasta la fecha. Quizá cambiara de opinión si mataran a mis hijos y yo, para sentirme mejor, o creyendo que me sentiría mejor, matara al asesino. Eso significaría que habría encontrado la justificación perfecta para matar a otra persona. Y eso significaría que matar es correcto si existe una justificación, y eso significaría que toda mi vida estuve equivocado y todo lo que aprendí fue erróneo, y eso significaría que ese asesino mató porque también tenía sus justificaciones, y que las bombas de Hirosima y Nagasaki estuvieron bien lanzadas porque estaban justificadas ya que evitaron muchas muertes posteriores, y eso significaría que todas las guerras están justificadas. Y entonces creo que todo esto que escribo no significaría nada. Y que el Universo entero no significa nada de nada tampoco. No lo sé, podría ocurrir, podría ocurrirme, no tengo ni idea…